En los cuadros de Alejandra las pinceladas auguran lo por parirse a cada rato por entre las hebras de luz.

Los azules profundos se hilan entre fragmentarias astillaciones de las sensibilidades que buscan y huyen de los contornos. Sinergias que el pincel imanta al mover sobre el lienzo la materia bajo el dictado de su misma ejecución naturante. Porque parece ser de alguna naturaleza ígnea y cósmica que asciende a la superficie el secreto mensaje que circula en el color.

 

En sus pinturas se asiste a la captación  simultánea del ultracosmos y ultra microcosmos que nos envuelve en la complicidad del espacio, en el hormigueo del movimiento que su apuesta evoca o invoca.

 

Y por un momento somos llamados por esa potencia imaginativa a alimentarnos sobre el mantel del espacio que la pintura diagrama, recrea para sí misma, rearma en nosotros.

 

Estamos por fuera y por dentro del sentido .

 

Los colores impregnados de símbolos, atraviesan y besan las capas gruesas de la piel del tiempo. Formas gozosas que navegan por el lienzo fantasmal. Tempestades que susurran al oído. Danza cósmica.

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Patricia Jawerbaum